sábado, 23 de diciembre de 2017

Doctor Fourquet

La primera exposición que visité en la calle Doctor Fourquet se llama ‘Estudios sobre erotismo’, se aloja en la galería Casa Sin Fin. Recoge cuatro trabajos del artista catalán Oriol Vilapuig. Los cuatro parten de la obra del escritor y filósofo francés George Bataille, cuyo tema predilecto era precisamente el erotismo, entendido como un acto de rebelión contra la norma (por lo cual le interesan las prácticas sexuales marginales y prohibidas, como el incesto o la zoofilia). Vilapuig retiene la penumbra propia del tono de Bataille en sus dibujos. El primero es directamente la transcripción de uno de sus textos, que sirve como apoyo al resto de trabajos. La obra central es una secuencia de cuatro dibujos, de cuatro momentos y representaciones diferentes en torno a la misma tensión, a la misma presencia. En concreto son 4 dibujos a grafito de formato mediano, el primero de un búho a punto de comerse un ratón, el segundo de los genitales de un perro (aunque no los representa directamente sino como si hiciera zoom en un dibujo mayor), dos perros atacando a un hombre desnudo y una mano sosteniendo un conejo. Relaciona, como Bataille, el deseo sexual con la tensión violenta y la agresividad animal. Los animales que dibuja y el cuerpo desnudo recuerdan al mito clásico, que también trata continuamente el tema. La obra siguiente es un díptico con otros dos dibujos de formato similar, uno de un murciélago desplegando las alas, otro de una mujer abriendo sus piernas. La composición compartida crea un paralelismo entre los dos movimientos. Al lado, un dibujo de gran formato vertical, de una talla romana, surcada de temblorosos trazos rojos. Me gusta el tono silencioso y oscuro de estas dos últimas obras y la narrativa secuencial que utilizan el artista.



Después entro en la galería García. La exposición es una retrospectiva de Carlos Fernández-Pello. Me llama mucho la atención como se han distribuido las obras. Algunas están colgadas a la manera habitual, otras solo posadas en el suelo. No parece que haya orden en la disposición, parece que estás en un cuarto, una habitación con objetos por allí y por allá más que en un sala de exposiciones. Las obras son variadas: hay muebles, trabajos fotográficos, cuadros (¿o relieves?), esculturas (tal vez). Pero el conjunto de la exposición es lo realmente importante. Los cuadro-relieves me llamaron mucho la atención. La imagen, monocroma, representa una habitación con objetos difíciles de identificar, está organizada como una página de comic y comenta eventos pasados y futuros. En el segundo panel, la imagen mimetiza la disposición de la sala de exposiciones. En el suelo hay una página de Watchmen, precisamente del capítulo en el que el Dr. Manhattan huye a Marte: Manhattan percibe el tiempo de forma simultánea, pasado, presente y futuro, y en ese capítulo presenciamos un monólogo interno sobre el tema.





En la galería Helga de Alvear, visito la exposición de James Casebere. Las imágenes me confunden al principio. No sé qué son exactamente, de lejos creo que son pinturas, luego pienso que fotografías, concluyo que debe ser imagen digital. Representan espacios arquitectónicos, interiores la mayoría, pero muy cuidadosamente compuestos, usando colores, formas y superficies que no solemos encontrar en los edificios comunes. Al parecer, Casebere crea estas imágenes con maquetas en su estudio, hechas de materiales cotidianos, con las que recrea las condiciones de luz para luego fotografiarlas y reconstruir la escena digitalmente. La exposición está inspirada en la obra del arquitecto mexicano Luis Barragán, exponente de la llamada ‘arquitectura emocional’, un movimiento que se oponía a la racionalización reinante en la arquitectura del siglo XX. Efectivamente los espacios están compuestos con una sensibilidad que invita al espectador a conectar con ellos. Todas las fotografías los muestran completamente vacíos.





La última exposición que visito es ‘Un pintor de gatos’ de André Sousa, en la galería Bacelos. Sousa al parecer es un pintor muy interesado en lo social. Las pinturas cuelgan del techo, sobre telas o plásticos negros y brillantes. Sobre el plástico Sousa pinta con blanco, series de números y líneas, elipses que parecen orbitas de un astro, cada una marcada con el número de un año. Hay también una gran mancha sobre tela y un lienzo blanco con una forma amarilla que recuerdan al expresionismo abstracto. Un dibujo vegetal en una de las telas me gustó. He visto algunos trabajos de Sousa por internet y la verdad es que los de la exposición no son los mejores que tiene. 


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